Imagen

Mi buena niña…

Y lee bien estas palabras, mi buena niña, que con esmero he trabajado pensando en ti.

«Era media noche. Aún no olvido esa primera vez que nos vimos. Tus ojos negros, tan negros como la noche, atravesaban mi mirada. Azabache era tu cabello, que de forma natural tomaba curvas difíciles de describir. De tu boca salían palabras ligeras, llenas de emoción, contando los más íntimos secretos de tu vida. No me explicaba porqué me contabas eso, al fin de cuentas, ¿qué me importaba eso? Eras una simple jovencita que acababa de conocer, tan simple e irrelevante… Pero tus palabras eran atendidas. ¿Qué me pasaba? Estaba siendo cautivado… ¿Cautivado de qué? Eras una más en mi lista de chicas, ni aportabas ni quitabas. O eso creía.

Acepto que me interesé. Viendo tu actitud conmigo, llegué a sentir que debía seguir tu juego. Alguna motivación debías tener para hablarme de esa forma, y quería saber hasta dónde eras capaz de llegar. Los días pasaron, y cada vez eras más completa. El tacto que intercambiábamos, las sonrisas que volaban por el aire, los juegos que teníamos, las conversaciones serias y vanas que sosteníamos y un sin fin de pequeños detalles me estaban atando a ti, aún sin darme cuenta. No eras una chica más, me demostrabas que como tú, ninguna. Ibas ocupando un lugar que nunca te di. Pero bueno, ni que me fuera a afectar…

Ahora… ¿Dónde estás? ¿Dónde están esos ojos, esos cabellos revoltosos, esas palabras que alguna vez me atraparon? Solo actúas, no hay nada sincero ahora. Obligación es lo que noto cuando me hablas, aún cuando apareces con esa naturalidad que te caracteriza. Has cambiado. Cambios. No son cambios que me gusten, de hecho me mortifican. ¿Desde cuándo eres tan importante para mí? Explícamelo mi niña de piel canela, explícamelo, solo tú tienes esa respuesta.  ¿Por qué siento que dependo de ti? Si no estás a mi lado, no soy nadie, pero contigo me siento inestable. ¿Qué pasa conmigo? ¿Cuándo has tomado ese poder sobre mí?
Ninguna, ninguna como tú.»

Deja un comentario